Básicamente se clasifican en glaucomas primarios (los más frecuentes) y secundarios (debidos a otras enfermedades, toma de algunos medicamentos, traumatismos, etc.). Dentro de esta clasificación habría que diferenciar los que son de ángulo abierto y los de ángulo cerrado.
Cada uno de estos tiene un tratamiento específico dependiendo de cómo lo hayamos clasificado. La detección de una tensión ocular elevada y su tratamiento precoz son primordiales para evitar cualquier glaucoma. Aunque la cifra de tensión ocular por si sola no es diagnóstica de glaucoma se estima que el riesgo de padecerlo que tiene una persona con una presión intraocular mantenida de 26 mm de Hg. es hasta diez veces mayor que con una tensión ocular de 15 mm de Hg.